HIMNO A LA LENTITUD,
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“Del cesto de frescor
del diccionario”:
Lo que importa, de Antonio Rivero Taravillo
En la poesía hay territorios que
se diría que pertenecen a determinados poetas. No sé si a esa pertenencia se
llega como okupa, como inquilino legal, como heredero o como explorador que se
quedó a vivir allí. Creo que en el caso de Antonio Rivero Taravillo ocurre más
bien esto último. En Lo que importa,
el poeta vuelve a invitarnos a entrar, por ejemplo, en el reino de la librería
venerable (espléndido “Waterstones, Piccadilly”). O nos lleva a escuchar una conversación con
el rey Lear, o las campanadas que doblan desde un verso de Donne. O a pensar la
belleza a partir de los ensoñadores
diseños de William Morris. Me gustan los poemas que invitan a las brumas
y lejanías de Thules y de Irlandas y demás islas y costas, celtas o antárticas,
verdes y erguidas sobre nebulosos acantilados. Son estos poemas (y las
traducciones que “suceden” en estos territorios) los que me conmueven de Rivero
Taravillo. Los frecuento cuando necesito imperiosamente rehuirme: me llevan a
unos nortes o a un frío sur que seguramente solo existen en la poesía. Son los
viajes que nunca hice y que me llaman: es lo
que importa.
Del “Homenaje a W. Morris”:
la aguda
herida de sentir lo horrendo/
que asedia la
hermosura y no la rinde
…
…buscando las
dianas de los ojos/
igual que al
corazón buscan los símbolos/
que vienen por los siglos al galope/
con sus
espuelas trágicas
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