viernes, 8 de enero de 2016



HIMNO A LA LENTITUD, 5

 Alvaro Salvador, nuevos poemas


De Fumando con mis muertos*, último libro de Álvaro Salvador, me han gustado especialmente tres poemas. Uno habla del viajar (Leo House, escena mística y luego erótica en un albergue católico y barato en la calle 23 de Nueva York; creo recordar que en esa calle estaba la iglesia donde se casó Edith Piaf), otro del envejecer (SMEG: el poeta escucha a su frigorífico, que se queja amargamente de pura vejez y abandono) y un tercero, Ojos y dientes, que, a partir de un diálogo con Paul Auster, trata a la vez de la vejez y del viaje o de cómo las rutinas del viaje cronometran implacablemente los deterioros orgánicos personales: 
                         “Al paso de los años, uno se autodestruye como un mensaje anónimo”.

Recuerdo que los frigoríficos SMEG fueron la tentación hace dos o tres décadas: un diseño retro, remozado en colores vivos, rosa, rojo. Eran caros. Parecían salidos de una película americana de los cincuenta. Había uno enternecedor, de rayitas de colores, como una antología de Renacimiento. Yo también quise tener un SMEG, pero lo quería verde lima y de tamaño escritorio, sólo para el hielo de mis cócteles nocturnos y solitarios. No existía tal. En voz baja, los empleados de las secciones de electrodomésticos susurraban que los SMEG eran simples por dentro y muy frágiles: se averiaban como quizá nos averiamos los poetas, por exceso de estética. Smeg, smeg, gemiré ahora cuando necesite quejarme un rato. Smeg. Lo has hecho onomatopeya lírica, Álvaro. Smeg.



*http://fundacionjmlara.es/actividades/presentaciones/alvaro-salvador-presento-en-madrid-fumando-con-mis-muertos-nuevo-titulo-de-la-coleccion-vandalia/

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