HIMNO A LA LENTITUD, 5
Alvaro Salvador, nuevos poemas
De Fumando con mis muertos*, último libro de Álvaro Salvador, me han
gustado especialmente tres poemas. Uno habla del viajar (Leo House, escena mística y luego erótica en un albergue católico y
barato en la calle 23 de Nueva York; creo recordar que en esa calle estaba la iglesia donde se casó Edith Piaf), otro del envejecer (SMEG: el poeta escucha a su frigorífico, que se queja amargamente de
pura vejez y abandono) y un tercero, Ojos
y dientes, que, a partir de un diálogo con Paul Auster, trata a la vez de la
vejez y del viaje o de cómo las rutinas del viaje cronometran implacablemente
los deterioros orgánicos personales:
“Al paso de los años, uno se autodestruye
como un mensaje anónimo”.
Recuerdo que los frigoríficos
SMEG fueron la tentación hace dos o tres décadas: un diseño retro, remozado en
colores vivos, rosa, rojo. Eran caros. Parecían salidos de una película
americana de los cincuenta. Había uno enternecedor, de rayitas de colores, como una antología
de Renacimiento. Yo también quise tener un SMEG, pero lo quería verde lima y de
tamaño escritorio, sólo para el hielo de mis cócteles nocturnos y solitarios.
No existía tal. En voz baja, los empleados de las secciones de electrodomésticos
susurraban que los SMEG eran simples por dentro y muy frágiles: se averiaban
como quizá nos averiamos los poetas, por exceso de estética. Smeg, smeg, gemiré ahora cuando necesite
quejarme un rato. Smeg. Lo has hecho
onomatopeya lírica, Álvaro. Smeg.
*http://fundacionjmlara.es/actividades/presentaciones/alvaro-salvador-presento-en-madrid-fumando-con-mis-muertos-nuevo-titulo-de-la-coleccion-vandalia/
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