DEL BAÚL DE POLIMNIA, 4
Europa im Wort/ Palabra de Europa
Acaba de aparecer en Alemania, en la editorial Heidelberger Lese-Zeiten Verlag, coordinada por el profesor Uwe Beyer de la Universidad de Aachen, una curiosa antología titulada Europa im Wort. Literarische Aufzeichnungen vom Leben in der europäischen Bürgergesellschaft (Palabra de Europa. Apuntes literarios de la vida en la sociedad civil europea).
En ella se ha invitado a unos cuantos escritores –principalmente centroeuropeos- a meditar sobre la palabra en la vida civil europea de nuestros vertiginosos tiempos.
Y vértigo me da compartir el índice con Peter Härtling, nada menos, o con Karl Schlögel, autor de ensayos tan iluminadores como Terror y utopía (http://www.acantilado.es/catalogo/terror-y-utopa-702.htm) o En el espacio miramos el tiempo (http://www.siruela.com/catalogo.php?id_libro=1046).
Copio aquí el comienzo de mis “apuntes”, que han sido vertidos al alemán por Valérie Lawitschka, a quien conocí como anfitriona en la Torre de Hölderlin, cuando la visité allá por el verano de 1991. Friedrich Hölderlin, desde luego, ha fundado mucha de la poesía que permanece en mi vida.
Europa
perpleja y su catálogo de las naves
Y
he aquí que me hallo a menudo preguntándome a mí misma, en mis horas
cotidianas, qué cosa sea Europa. Y pienso que a menudo el relato actual sobre
Europa, en la prensa y en los parlamentos, se parece tristemente al catálogo de las naves del canto segundo
de la Iliada. Cuántos barcos llevamos
a Troya, qué estandartes adornan nuestras popas, cuántos camaradas, qué jefes
nos convocan, qué acopio de energías reunimos entre los aliados. Nunca antes
habíamos sido convocados al unísono para rescatar no a Helena alguna, sino a la
Libertad y al Humor tiroteados.
Pero,
mirando hacia atrás, antes de París 2015, el relato de Europa ha sido muy otro.
¿A qué obra literaria se parecería? A unas frondosas, profusas y opulentas
metamorfosis postovidianas. Hemos sabido, sabemos hacer eso:
autometamorfosearnos, construirnos cada uno a sí mismo sin mandato mediador de
dioses iracundos. Los europeos y europeas, de uno en uno, se han sentido
orgullosos de esculpir su propia vida y de crear y respetar las condiciones
para que cada cual pueda ser dueño de su destino.
Y esa fuerza, ese anhelo de que
las cosas cambien para permitir esas autometamorfosis libres y gozosas logró
cifrarse de manera definitiva en el
Hiperión de Friedrich Hölderlin, publicado entre 1797 y 1799 (“¡Que cambie
todo a fondo! ¡Que de las raíces de la humanidad surja el nuevo mundo”).